Pincha banner para acceder Tienda pesca deportiva

sábado, 24 de marzo de 2007

Recreando una antigua jornada de pesca con un SAGARRA

De nuevo nuestro amigo Juan Urrutia de Bilbao nos demuestra su gran dominio de la pluma periodística de pesca, y nos recrea una jornada de pesca de 1955, como no podía ser de otro modo con nuestro querido SAGARRA como compañero de línea tensa.

Además de este maravilloso artículo, podéis ver su página web, que seguro que interesará a los amantes de la pesca como él:


Y a ver si tomáis ejemplo de nuestro amigo vasco, y mandáis al mail sagarracarretes@gmail vuestras historias, fotografías, o comentarios, que esto hay que hacerlo entre todos...¿o no?

Gracias de nuevo Juan por tu desinteresada colaboración, y el trabajo que te ha llevado este reportaje, cuyo contenido es todo un lujo para nuestra web
****************************
AQUELLOS TIEMPOS
Fotos: Luis de la Rica
Texto: Juan Urrutia

Todo aficionado a la pesca mira con cariño sus viejos aperos. Lo hace porque le recuerdan tiempos pasados, charlas con los amigos durante las largas noches invernales en busca de la reina del mar, momentos de emoción o la bravura desbocada del pez soñado que por fin llegó.
Viajemos en el tiempo, es la desveda de mil novecientos cincuenta y cinco. Me dispongo a disfrutarla pertrechado con una caña de fabricación propia y mi infalible Sagarra.
¿Me acompañan señores?

En aquellos tiempos se pescaba a pluma con buldó, a cebo, o haciendo uso de nuestra querida cucharilla. La pesca con látigo o sedal pesado era aún terreno desconocido para la mayoría.

El primer lance de la temporada. Cuántas esperanzas ponemos en él.

Tras el primer lance, al que seguirán muchos más hasta alcanzar nuestro premio, nuestros sentidos se aguzan y nos olvidamos de todo lo que no sea sentir la tensión del sedal o el cimbrear de nuestra vara.
Las anillas son de alambre, la caña de caña y el carrete, Sagarra. Qué bien recoge el hilo su bruñido pick up. Lo cerramos automáticamente, girando la manivela y no se producen enredos, líos ni atascos. No falla nunca.

Escudriñamos cada piedra, cada postura. No será fácil, ni así lo queremos.

En estas fechas las aguas de nuestros ríos bullen llenas de vida. Truchas, las hay por doquier, cangrejos, diez por piedra, piscardos, bermejuelas, bogas, cachos, barbos, qué barbos...


Autóctono, precioso y sano. Volvió al agua sin daños.

Llegó el momento en que nuestro carrete debe demostrar lo que vale. Una picada, la única del día, no es muy grande, pero si brava, la puntera se dirige hacia el agua, se arquea, al otro lado del sedal algo se debate con furia. Por como tira parece más un barbo que una trucha pero, de repente... no hay duda, salta fuera del agua, cabecea, es una trucha. El freno de mi Sagarra canta melodiosamente al tiempo que, con precisa graduación, evita la rotura de la línea cediendo cuando debe un par de metros de hilo.

Qué hermoso animal.

Una sola, sí, así es. No necesito más para que la jornada sea perfecta. Recordaré esta desveda, como recuerdo tantas otras, con especial cariño. Es cierto que no he capturado un gran pez, es cierto que no he realizado una fenomenal pescata, ni siquiera me he acercado a cubrir el cupo... ¿Y qué más da? Durante unas maravillosas horas me he transportado al tiempo en que mi abuelo peregrinaba hasta su santuario truchero, aún hoy a salvo, y con unos rudimentarios peces metálicos artesanales llenaba la costera, cuando eso podía hacerse sin causar daño. Qué bonito es volver a aquellos tiempos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encantó este hermoso relato graficado por tu pluma !!!
Muy Bueno lo tuyo Juan !!!
Gracias por regalarnos este artículo !!!
Saludos desde ARGENTINA !!!

Jorge Omar Santo Scorpino